jueves, 9 de diciembre de 2010

¡Ha llegado! No te confundas…

¡Ha llegado! ¡Ha llegado!
- ¿Qué ha llegado hijo? dijo su mamá, una mujer divorciada.
- Mamá ¡Ha llegado!
En su habitación no se escuchaba nada; parecía que todo había desaparecido, de modo que poco a poco se empezó a sentir un silencio atronador, no sabía qué era, lo único que sentía eran puras escaramuzas dentro de su cuerpo.
- ¡Hijo! ¡Hijo! Despierta, ¿qué te pasa?
- ¿Mamá? ¿Estás ahí?
- Sí, hijo, no te espantes, siempre estaré contigo, vuelve a descansar.
Al momento cayó en su almohada y dijo:
- ¡sé que ha llegado la revolución!
¡Plum! ¡Plas! ¡Plum! ¡Plum! ¡Plas! ¡Plum! ¡Plas! ¡Plas!
Se encontraba en una guerra, vestido con su traje de batalla.
Su casco cubría sus ojos. Era grande y decidió quitárselo. Su espada tenía una agarradera filosa, por lo que prefirió sólo lanzar granadas. La coraza mantenía un calor insoportable, pero no le importó, se quedó con ella. No acostumbraba a usar botas, en su lugar usaba zapato grueso que se mantuviera fácil para correr.
Lanzó su primera granada, que al momento de caer ocasionó un vacío que llegó a matar a más de 20 guerreros que sí usaban su uniforme completo.
Feliz, exclamó:
-¿Verdad que ha llegado?
Por lo que constantemente lanzaba y lanzaba granadas ocasionándole al guerrero preparado, la muerte.
- Hijo despierta, ya es hora de ir a trabajar.
- Ahora voy mamá, gracias.
- ¡Al fin ha llegado! Pelearé y seré el mejor de los soldados.
Al llegar a su trabajo, empezó a escuchar a lo lejos: “allí viene, allí viene” y en seguida escuchó su nombre. Era su jefe. “Vamos a la oficina, tengo algo que anunciarte”. Al sentarse en la escalera de la oficina, el jefe le dijo: “Ha habido recorte de personal, lo sentimos, tú eres  el elegido”. Su rostro no mostraba felicidad ahora, salió de la tienda y comenzó a caminar hacia el parque. Al llegar se acostó y sin pensarlo cayó dormido, con ojos de desesperación y de angustia.
¡PUM!                                         ¡PUM!                                                 ¡PUM!
¡Sí! ¡Una vez más estoy en la batalla!
Pero, ¿Qué pasa?
¿Por qué ahora veo a muchos soldados en contra de nosotros?
¿De nosotros? Pero, ¿quién ha peleado conmigo?
¿Mi casco? ¿Dónde está? No es posible, vienen hacía mí. Ya no se ven esparcidos, sino que se ven como un gigante, ahora ya no podré vencerlos tan fácilmente. ¡No!
- Joven ¡despierte! el parque no es para espantar a la gente.
- Disculpe señor oficial, me voy a mi casa.
Parecía que todo se había volteado en su contra, las personas al pasar le decían: -VUÉLVETE UNA VEZ MÁS, ES NECESARIO MANTENERTE EN TU LUGAR-
 Escéptico y sin poder hacer nada, más que el irse a su casa, desunión decidió llegar solo, sin apoyo, sin nadie que le dé un consejo de ánimo o consolación.
Se recostó en su sillón de madera, y dándose pequeños aventones hacia delante y hacia atrás, se quedó dormido, su rostro dibujaba desesperanza e incertidumbre. Y aunque todavía no comprendía la razón de sus sueños con su realidad actual, comenzó a observar una vez más, la revolución.
¡No! ¡No! ¡No! Ya no más quiero pelear, ¡estoy solo! 
Con sus palmas cubría sus ojos y gritaba: “¡Sáquenme de este sueño! Quiero ser libre, quiero ser capaz, quiero ser un guerrero verdadero, un guerrero de los que “yo” mismo maté.”
Al momento de terminar esta plegaria, comenzó a ponérsele su casco a la perfección. Su espada ahora ya no le molestaba. Su coraza era tan fresca como la brisa que al amanecer pega en los puertos. Sus botas relucían y eran para él perfectas para luchar. Sin embargo, aún no quitaba sus manos de su rostro y empezó a gritar:
-¡Ya no quiero pelear! ¡Déjenme! ¡Déjenme!
- ¡Hijo! ¡Hijo! ¿Qué pasa?
- Mamá, he soñado que peleo, pero ahora me han preparado con una armadura perfecta; no es igual mamá, siento que me apoyan y que si desmayo me levantarán.
-Pero, hijo, ¿por qué estás en casa?
Han hecho un recorte en el trabajo y me tocó a mí salir de ahí. Ahora sé que necesito apoyo de alguien, y ¿sabes una cosa? en mis sueños, lo he empezado a sentir. Alguien me quiere apoyar, mamá, y saldré adelante, con o sin trabajo.
La mamá empezó a lloriquear, salió de la sala y entró a su recámara, y al momento cayó dormida. Ahora ella se había dado cuenta que no tenían a nadie, que sus hermanos, la habían abandonado y su esposo, su esposo verdaderamente la estaba esperando cada noche y cada mañana en su hogar para reconciliarse mutuamente.
Ha llegado el momento de soñar, brille, truene o haya fuego en mi cuarto, haré revolución en mi vida, ya no más escaramuzas, ahora me uniré al ejército triunfante y lucharé al ciento por uno, más  de lo que he combatido.
Sus manos empezaron a caer en el suelo y repentinamente quedó atónito al ver a todo un escuadrón en su cuarto.
Pero, ¿esto, es mi sueño?
- Ven con nosotros, le dijeron los guerreros.
- Pero, pero, ¿mi armadura?
–Sólo mírate, le dijeron.
 No puede ser, soy igual que ustedes, mi traje es igual, voy a poder pelear con unos verdaderos guerreros. ¡Sí! ¡Sí!
Ahora, ya no peleaba solo, había todo un ejército unánime dándole con todo el poder, al enemigo.
Tu nombre, Desunión, ya no lo tendrás más, pues te hemos recibido y desde ahora en adelante proclamarás todo lo contrario. La unidad para luchar.
“Un ejército sin el apoyo del pueblo, es como un cuerpo sin alma”
Desde aquel día, Unión se ha encargado de anunciar cuán importante es unirse y ser sólo un cuerpo, para así, vencer todo el mal que nos acecha.
He comprendido a luchar por la unidad, por el vínculo de la paz y el amor. Nunca en mi vida volveré a ser una persona solitaria. Si tengo a todo un cuerpo que hace su función específica, que a la vez es autónoma, pero unida con otras partes autónomas, lo que ocasionaría es un engranaje perfecto, para llegar al propósito establecido.
Unión no puede ya estar lanzando granadas de murmuración.
Ya no se puede quitar el casco y dejar que entre Maquinación.
Tiene que quitarse la coraza de calor que es el orgullo y ponerse una nueva con valor y mucho entusiasmo.
“Ante todo el amor y la unión, irá ligada”

Steeko Dinamuska...

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